jueves, 1 de mayo de 2008

Sólo unas ideas....


El positivismo y la física social de Auguste Comte.

Nominalmente hablando, “positivista” sería el nombre o el apodo que se le daría al primer esbozo de teoría sociológica con ambiciones científicas –los orígenes de la teoría social, propiamente dicha, pueden remontarse algunas generaciones intelectuales atrás

Los inicios del positivismo, tienen su raigambre en las lides intelectuales que enciclopedistas como Marie Jean de Caritat -conocido como (el Marqués de) Condorcet- o Henry de Saint-Simon, llevaron a cabo en contra del dominante orden feudal absolutista en las postrimerías del siglo XVIII. En aquéllas épocas, el positivismo era una corriente del pensamiento de tendencia utópica, que esgrimía, grosso modo, la tesis de la aplicabilidad del método de las ciencias naturales al entonces anquilosado e inicuo terreno de lo social del ancien régime:

"El estudio de los hechos sociales ha estado demasiado tiempo sometido y abandonado al azar de las circunstancias, a la avidez de los gobiernos, a la destreza de los charlatanes, a los prejuicios o los intereses de todas las clases poderosas; así, aplicando el método a la moral, a la política, a la economía pública, se puede seguir en esas ciencias una marcha casi tan segura como aquella de las ciencias naturales" (Condorcet, Esquisse d’un tableau historique des progrès de l’esprit humain, citado por Löwy, 1991, 15-16).

De esta manera entraría en boga intelectual uno de los postulados fundamentales del positivismo: estudiar a la sociedad estableciendo un parangón epistemológico con la naturaleza, es decir, utilizando el mismo método que se empleaba en las ciencias naturales para intentar explicar los fenómenos de la sociedad. Con el establecimiento de este postulado, los fenómenos sociales tendrían entonces que ser observados y explicados de manera causal, deberían ser sopesados con la objetividad y la neutralidad axiológica que implicaba, verbigracia, el alejamiento del objeto de estudio que llevaban a cabo el biólogo o el físico. Ergo, sedimentaría la proposición de que todo conocimiento sería verdadero tomando como punto de partida la verificabilidad observable –lo que ahora se conoce como axiomática- de los resultados que ofrecía el objeto de estudio sopesado. Y –también- por lo tanto, de acuerdo con la propuesta enciclopedista de la aplicación del método científico-natural, el escrutamiento de la sociedad carecería de juicios de valor y, por ende, de orientaciones políticas del saber –según los sendos proyectos de Condorcet y Saint-Simon.

Como ya se evocó, la aplicación del método científico-natural fue el asidero que los enciclopedistas tomaron para intentar un cambio social en detrimento de las inicuas condiciones que infligía al pueblo el régimen teológico-feudal. Sin embargo, el filón positivista sería retomado por Auguste Comte –después que la Revolución francesa ya se había consumado-, ex-alumno de Condorcet y Saint-Simon, pero orientado hacia una nueva disputa intelectual –además de la que heredaba de sus antecesores positivistas versus los intelectuales apologistas del antiguo régimen, a cuya facción Comte denominaba los “retrógadas”- en contra de los “metafísicos” (Hegel, así como los revolucionarios, verbigracia: Jean Jacques Rousseau). El clima social que cundía en la época en que Comte escribe el Cours de Philosophie positive (de 1830 a 1842, siendo publicado en su totalidad en 1844) era inestable, con notables admoniciones revolucionarias. El antiguo régimen ya había sido erradicado y no había una clase social que dominara definitivamente, por lo que el orden social estaba en vilo.

Dentro de la disputa que establecería contra los “metafísicos”, Comte empleó el término positivo para luchar en contra de los principios de la filosofía negativa, como, verbigracia, la dialéctica hegeliana que con su carácter crítico contradecía metodológicamente los postulados positivistas

La premisa fundamental de la física social tiene una conexión estrecha con una lectura que hace Comte de la historia. A dicha lectura la nominaría La Ley de los tres Estados –que es una ley del progreso de la humanidad- y tiene una semejanza con la lectura histórica que hace Marx –o más bien al revés, pues Comte precede a Marx en muchos aspectos, incluido este; podría decirse que es, en muchos sentidos, su ascendiente intelectual, pero por una ruptura que explicaremos cuando corresponda. De acuerdo con la Ley..., Comte establece en su Plan des travaux scientifiques nécessaires pour reorganiser la societé (escrito en 1822 y que es la piedra de toque de establecimiento de la filosofía positiva de Comte), que “por la naturaleza misma del espíritu humano, cada rama de nuestros conocimientos se halla necesariamente obligada en su proceso a pasar por tres estados teóricos diferentes: el estado teológico o ficticio; el estado metafísico o abstracto; y, finalmente, el estado científico o positivo” (Auguste Comte, Plan..., citado por Arnaud, 1986, 27). Comte pensaba que al igual que las ciencias positivas como la biología o la física, que habían superado su etapa “infantil” para llegar a su estado “maduro”, la filosofía positiva sería el último y más desarrollado estado mediante el cual se trascendería y superaría a las pueriles corrientes del pensamiento que implicaban el teologismo y la metafísica:

Habiendo constatado la inanidad radical de las explicaciones vagas y arbitrarias propias a la filosofía inicial, sea teológica, sea metafísica, el espíritu humano renuncia desde ahora a las investigaciones absolutas que no convienen más que a su infancia y circunscribe sus esfuerzos al dominio –en rápido progreso- de la verdadera observación, única base posible de los conocimientos verdaderamente accesibles, sabiamente adaptados a las necesidades reales... Como base racional de la acción de la humanidad sobre el mundo exterior es como el estudio positivo de la naturaleza comienza hoy a ser universalmente apreciado (Auguste Comte, Cours..., 42, 43, 58, citado por Moya, 2003, 25).

Así, a las lecciones de la historia, que Comte había sabido leer tomando como punto de partida su presente –lugar privilegiado desde el que establecía la panacea histórica, previendo el sino (que había que esperar como él diría “con paciencia”) de la humanidad-, aunadas a la verdad “incuestionable” que demostraban las disquisiciones científicas de su método, se vendrían a sumar las aspiraciones políticas de su programa. Historia, ciencia y política. Tal es el entramado que Comte pretende unificar en una visión total y que quedará plasmado en su proyecto de la física social, ciencia que para el filósofo francés devendrá la ciencia superior.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

física social es como le llama Comte?

Anónimo dijo...

es como le llama Comte a la Sociología?

Anónimo dijo...

no se si estoy en el lugar correcto pero alguien me puede decir como es el tema de la jornada de integracion del miercoles?, donde es y eso. gracias

Anónimo dijo...

la jornada iba a ser mañana pero se suspendió, lo de los miércoles es el plenario de aecco ...por más info andá a la cantina, a la fotocopiadora o al centro de estudiantes